¿Cómo podemos sembrar semillas de esperanza para una mejor sociedad?

En la vorágine de la sociedad contemporánea marcada por la poca sensibilidad ante las necesidades de los mas vulnerables, el amor fraterno desdibujado en la cotidianidad y la tendencia a considerar que la superioridad y la realización personal es atribuible a la posibilidad de la acumulación nos hace perder de vista lo esencial como seres humanos.

Las diferencias ideológicas, la dispersión de conceptos religiosos y la consideración de modelos económicos que aseguran mejores niveles de bienestar en los sectores sociales en desventaja, ha configurado sociedades con diferentes pensamientos y acciones diversas. Encontrar respuestas en la diversidad, es hoy un enorme desafío.  

Inmersos en una sociedad vertiginosa, donde la virtualidad se expandió exponencialmente, en la que se encuentra un caudal inagotable de oportunidades, un mundo de amenazas pero también de recursos humanos y espiritualidades que tienden a cambiarnos la perspectiva de la vida. Aquí, en nuestro entorno inquietante, sembrar semillas de esperanza es posible cuando las intenciones del corazón están orientadas a asimilar los cambios con empatía generosa.

Iluminados por el Espíritu Santo podemos sembrar con perseverancia, meditando e interiorizando valores cristianos que hagan brillar el tesoro que tenemos en nuestro interior, para que la bondad, fruto del amor resplandezca en cualquier ámbito en el que nos desenvolvemos.

Es imprescindible cultivar valores mediante el fortalecimiento de los lazos dentro de la institución que se convierte por excelencia en la iglesia doméstica y que en la actualidad se ve amenazada por las características implícitas de la sociedad actual.

Cuando interiorizamos el carisma de San Marcelino y lo hacemos vida mediante el espíritu de familia dentro de nuestras comunidades, estamos sembrando semillas de esperanza.

En nuestras instituciones educativas, cuando en los procesos educativos incluimos elementos formativos, cimentados a la luz del evangelio y lo visibilizamos en las diferentes actividades y celebraciones programadas, nos llena de esperanza porque la semilla se está sembrando en un terreno fértil, que dará oportunamente frutos abundantes que abonarán a la construcción de una sociedad más digna, justa y humana.

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