+ Hermano Luis Carlos Gutiérrez (1967-2025)
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Redacción Provincial
El Hermano Luis Carlos Gutiérrez Blanco, Vicario General del Instituto de los Hermanos Maristas, fue llamado a la Casa del Padre el 4 de enero de 2025, en Torrevieja, España. Su partida, a los 57 años y tras 39 años de vida religiosa marista, deja un legado de esperanza, inspiración y entrega que trasciende fronteras.
Un corazón entregado al servicio
Nacido el 25 de marzo de 1967 en Ortuella, Vizcaya, España, el Hermano Luis Carlos fue un faro de luz desde su juventud. Inspirado por el carisma de San Marcelino Champagnat, ingresó al Juniorado de Arceniega en 1978, marcando el inicio de un camino vocacional lleno de fe y propósito. Su primera profesión como Hermano Marista, el 8 de junio de 1986, fue el punto de partida de una vida consagrada al servicio de los demás, especialmente de los más vulnerables.
Con una pasión por el aprendizaje y la enseñanza, completó su formación académica en Teología y Ciencias Sociales en Guatemala, y culminó una maestría y un doctorado en Educación en Puerto Rico. Su dedicación no solo enriqueció su vida, sino que también impactó profundamente en las comunidades donde sirvió.
Un liderazgo que inspira
El Hermano Luis Carlos se destacó por su capacidad de liderazgo, guía y acompañamiento. Cada rol que desempeñó fue una oportunidad para sembrar esperanza y construir comunidad. Desde sus inicios como profesor y coordinador de pastoral en Costa Rica, Guatemala y Puerto Rico, hasta su labor como Coordinador Provincial de Educación, demostró una visión transformadora y una profunda conexión con las personas.
En 2013, asumió el desafío de liderar como Superior Provincial de América Central, donde consolidó la fraternidad y el carisma marista en la región. En 2017, su elección como Vicario General del Instituto Marista reafirmó su compromiso con una misión sin fronteras, acompañando a comunidades de todo el mundo con un espíritu de cercanía y amor.
Un legado de esperanza y fe
El Hermano Luis Carlos no solo fue un educador y líder, sino también un testimonio vivo del amor de Dios. Su estilo pedagógico, profundo y dinámico, motivó a generaciones a soñar en grande y a construir un mundo mejor. Su sencillez, calidez y compromiso inquebrantable con los valores maristas tocaron innumerables corazones, dejando una huella imborrable.
Una vida que trasciende
En su vocación, el Hermano Luis Carlos encarnó la misión de ser “signo de la ternura maternal de Dios”. Su vida es un recordatorio poderoso de cómo el amor, la fe y la acción pueden transformar el mundo. Que su testimonio nos inspire a continuar su legado con la misma pasión y esperanza que guiaron cada paso de su camino.
Que María, nuestra Buena Madre, lo reciba en su regazo y lo guíe hacia la plenitud del Padre. Unidos como familia marista global, celebramos su vida con gratitud y oramos para que descanse en la paz eterna.