208 años de carisma marista: transformando vidas, mirando más allá

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Redacción provincial

La Valla: Mesa construida por San Marcelino

Era el invierno de 1817 en La Valla-en-Gier, un pequeño pueblo en el corazón de Francia. Marcelino Champagnat, un joven sacerdote lleno de fe y audacia, tomó una decisión que cambiaría el rumbo de la educación y el acompañamiento espiritual en el mundo. En una modesta casa, con apenas dos jóvenes campesinos como sus primeros discípulos, Marcelino plantó la semilla de lo que sería el Instituto de los Hermanos Maristas. Con una visión arraigada en la fe y el ejemplo de María, Marcelino soñó con un mundo donde la educación no fuera privilegio de unos pocos, sino un derecho para todos, especialmente para los más pobres y vulnerables.

Hoy, 208 años después, su sueño sigue vivo. Celebramos no solo una fundación, sino un movimiento que ha trascendido generaciones y fronteras, transformando vidas y construyendo comunidades basadas en la fe, la fraternidad y el amor. Este aniversario nos invita a mirar atrás con gratitud, a vivir el presente con compromiso y a soñar con un futuro lleno de esperanza.

El carisma marista: un legado que trasciende el tiempo

"Todo en nuestra vida debe hablar de Dios, no con gritos, sino con ejemplos"

Desde sus inicios, Marcelino Champagnat identificó las necesidades de su tiempo: educación para los pobres, acompañamiento espiritual para los jóvenes y una comunidad comprometida con el servicio. Su visión de justicia social, arraigada en los valores del Evangelio, lo llevó a crear una red educativa y solidaria que se ha expandido por más de 80 países.

Hoy, ese carisma sigue siendo relevante. Los valores que Marcelino promovía —la sencillez, la fraternidad y la solidaridad— responden a los desafíos actuales: la desigualdad social, el acceso limitado a la educación y la búsqueda de sentido en un mundo marcado por la incertidumbre.

Tradición y modernidad: innovar sin perder la esencia

El carisma marista es un reflejo vivo de cómo la tradición y la modernidad pueden caminar juntas. Desde sus inicios, los Maristas de Champagnat han sabido responder a los desafíos de cada época, adaptando su misión educativa y pastoral a los contextos contemporáneos sin perder de vista sus valores fundamentales: la espiritualidad, la educación integral y el servicio solidario. Hoy, en un mundo cada vez más digital y globalizado, el Instituto Marista sigue siendo un faro que ilumina nuevas formas de conectar, educar y transformar vidas.

Espiritualidad: una fe arraigada que guía la misión

En el centro del carisma marista está la espiritualidad, una fe que inspira no solo a los hermanos, sino también a laicos, jóvenes y educadores. La figura de María, la “Buena Madre”, y el modelo de Jesús como guía y maestro, son la base de una vida espiritual que trasciende las prácticas religiosas para convertirse en una forma de vivir.

Los Maristas han integrado herramientas modernas para nutrir esta espiritualidad, desde aplicaciones móviles para la oración diaria hasta retiros virtuales que permiten a las comunidades conectar desde distintos lugares del mundo. El mensaje es claro: la fe no está limitada por las fronteras geográficas, y el carisma de Marcelino sigue siendo tan relevante en las redes digitales como en los espacios de oración tradicionales.

Educación: formar mentes y corazones

La educación siempre ha sido el pilar del carisma marista. Las escuelas maristas, presentes en más de 80 países, han evolucionado para ofrecer no solo excelencia académica, sino también una formación integral que incluye valores humanos y espirituales.

Educación integral en la era digital: Las aulas maristas han adoptado plataformas digitales y herramientas interactivas para acercarse a los jóvenes en su propio lenguaje. Programas de aprendizaje en línea fomentan la colaboración entre estudiantes de diferentes países, promoviendo el sentido de comunidad global.

Espacios juveniles: acompañando a los jóvenes en su camino

El compromiso marista con los jóvenes va más allá de la educación formal. Los espacios juveniles, desde grupos pastorales hasta encuentros internacionales, son una invitación a explorar la fe, reflexionar sobre la vocación personal y comprometerse con causas sociales.

Pastoral juvenil innovadora

Actividades como retiros virtuales, campamentos internacionales y proyectos de acción social han renovado la manera en que los jóvenes experimentan su fe. Estos espacios permiten a los jóvenes compartir experiencias, aprender de diferentes culturas y descubrir el llamado a vivir los valores maristas en su día a día.

Los jóvenes no solo son destinatarios del carisma marista; son también protagonistas de su renovación. En cada sonrisa compartida, en cada causa defendida, el legado de Marcelino encuentra nuevas formas de manifestarse.

Laicos maristas: una vocación compartida

El carisma marista no es exclusivo de los hermanos. Los laicos maristas, cada vez más numerosos y comprometidos, llevan el espíritu de Marcelino a sus familias, trabajos y comunidades.
Programas como el Movimiento Champagnat de la Familia Marista ofrecen formación y acompañamiento para que los laicos vivan su vocación con profundidad. Desde la organización de proyectos solidarios hasta la animación de comunidades educativas, los laicos son una pieza clave en la misión marista.

Otros espacios de misión: una presencia constante

Mapa de colegios Maristas en el mundo

"Educar no es solo impartir conocimientos, es formar corazones y transformar vidas"

Además de la educación, la pastoral y la solidaridad, el carisma marista se manifiesta en otros ámbitos que enriquecen la misión global:

  • Educación superior: Universidades maristas como la Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur en Brasil son referentes de excelencia académica y compromiso social.
  • Obras sociales: Desde orfanatos hasta centros comunitarios, los maristas han creado espacios donde niños y jóvenes encuentran apoyo, cuidado y una oportunidad para soñar con un futuro mejor.
  • Cultura y arte: La promoción de actividades culturales y artísticas en los colegios y comunidades maristas fomenta la creatividad como expresión de la fe y la humanidad.
Impacto global: transformar vidas, construir esperanza

El carisma marista no solo se vive en las aulas; se experimenta en cada acto de solidaridad, en cada comunidad formada y en cada joven acompañado. Su impacto se refleja en historias de vida que inspiran y en comunidades que encuentran en el carisma marista un motor de cambio.

  1. Educación para todos: Desde las pequeñas escuelas rurales hasta las grandes instituciones urbanas, los maristas han llevado educación de calidad a millones de niños y jóvenes. Esto incluye programas especiales para aquellos en situación de vulnerabilidad, reafirmando el compromiso de Marcelino con los más pobres.
  2. Solidaridad en acción: Proyectos solidarios, como el apoyo a refugiados, la protección del medio ambiente y la asistencia a comunidades afectadas por desastres, son parte integral de la misión marista. Estas iniciativas muestran que el amor de Marcelino sigue siendo un faro de esperanza.
  3. Formación de líderes con valores: Los jóvenes formados en el carisma marista no solo destacan académicamente; se convierten en líderes que transforman sus comunidades con compromiso y empatía.
Una invitación a vivir el carisma marista

Al celebrar los 207 años de esta misión, el carisma marista nos recuerda que todos somos llamados a ser agentes de cambio. Esto incluye a los laicos y fraternidades, quienes juegan un papel fundamental en la expansión y vivencia del carisma en sus entornos cotidianos y comunitarios. Ya sea como educadores, padres, jóvenes o colaboradores, podemos vivir los valores de Marcelino Champagnat en nuestra vida diaria.

  • Educadores: Inspiren desde el corazón, formando no solo mentes, sino también almas. Sean modelos de amor y paciencia, tal como Marcelino lo fue para los primeros hermanos.
  • Padres de familia: Hagan de sus hogares el primer espacio donde sus hijos experimenten el carisma marista. Con cada gesto de amor, enseñan a vivir con fe y solidaridad.
  • Fraternidades: Fortalezcan la vivencia del carisma en comunidad. En cada encuentro, oración y proyecto solidario, sean testimonios vivos de la misión marista, construyendo juntos espacios de esperanza y acción.
  • Laicos maristas: Vivan su vocación en lo cotidiano. Desde sus familias y trabajos, actúen como agentes de cambio que, con sencillez y compromiso, lleven el carisma marista a nuevos horizontes.
  • Jóvenes: Descubran su vocación y transformen el mundo con sus talentos. En cada acción solidaria, en cada sonrisa compartida, el carisma marista cobra vida.

“Id y haced discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19).

El futuro del carisma: soñar más allá

Marcelino Champagnat nos enseñó que los sueños grandes se construyen con pequeños actos de amor y dedicación. Hoy, el carisma marista nos invita a mirar más allá, a imaginar un mundo donde la educación sea un derecho para todos, donde la solidaridad no sea una opción, sino una norma, y donde cada persona sea valorada por su dignidad y potencial.

En este aniversario, celebremos no solo lo que hemos logrado, sino también lo que estamos llamados a construir. El carisma marista sigue vivo en cada uno de nosotros, invitándonos a ser luz en un mundo que necesita esperanza.

Una tradición viva que nos une

Al reflexionar sobre estos 207 años, recordemos que el carisma marista es una tradición que une pasado, presente y futuro. Es un legado que nos llama a vivir con propósito, a inspirar con nuestro ejemplo y a transformar con nuestras acciones. Ya sea en las aulas, en las familias, en las comunidades o en el mundo digital, el mensaje de Marcelino sigue resonando: “Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús”.

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