Acordaos en la nieve: Un testimonio de confianza en María

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Redacción provincial

La vida está llena de momentos en los que nos sentimos perdidos, sin fuerzas o con ganas de rendirnos. Como cuando un proyecto no avanza, las oportunidades parecen cerrarse o simplemente no vemos el camino claro. La incertidumbre nos paraliza y el miedo nos hace dudar. Así se sintieron Marcelino Champagnat y el Hermano Estanislao en febrero de 1823, cuando quedaron atrapados en una tormenta de nieve. Sin salida aparente, Marcelino recurrió a lo que siempre había sido su guía: la oración. Rezó el Acordaos, confiando en que María les mostraría el camino.

Y así fue: una luz en la distancia los condujo a un refugio seguro

Este episodio, conocido como “Acordaos en la nieve”, es un recordatorio de que la fe no es pasividad, sino un motor que nos impulsa a seguir adelante. Como dice la Regla de Vida Marista

"María, tu hermana en la fe, acompaña discreta y cercanamente cada paso de tu camino, y lo va iluminando"

¿Cuántas veces hemos sentido que estamos atrapados en nuestra propia tormenta? Exámenes, problemas en el trabajo, decisiones que parecen no tener salida. La sensación de extravío y agotamiento es real, pero también lo es la posibilidad de encontrar una luz en medio de la oscuridad. La historia de Marcelino nos recuerda que confiar no significa esperar sin hacer nada, sino avanzar con la certeza de que no caminamos solos.

La vida no nos asegura caminos sin obstáculos, pero sí nos ofrece la certeza de que la fe y la perseverancia nos sostienen. Cuando todo parezca incierto, cuando el cansancio nos invada y el camino se nuble, recordemos que no estamos solos. María, como lo hizo con Marcelino, nos acompaña en silencio, guiándonos con una luz que quizá al principio parece lejana, pero que siempre está ahí.

El legado de Champagnat nos invita a tener una fe valiente y a buscar siempre esa luz que nos guía, aun cuando todo parezca oscuro. Que el Acordaos en la nieve nos motive a no rendirnos y a recordar que, en medio de cualquier dificultad, María siempre nos acompaña.

Que, al igual que Marcelino, aprendamos a ver la adversidad como un camino de crecimiento y aprendizaje, confiando en que después de la tormenta, siempre habrá una luz que nos espera.

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