Editorial Junio 2024: Somos parte del sueño de Champagnat si...

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Hno. Salvador García

Lider de Revista Estrella del Mar

Corría el año 1817, en la Vallá, Francia. En esta parroquia de la Vallá, ejercía la pastoral sacerdotal un joven clérigo, recién ordenado y quien con gran entusiasmo y energía ejercía su apostolado con aquellas gentes sencillas y trabajadoras del campo, quienes vivían, por aquellos días, un ambiente político y religioso un tanto inestable y conflictivo.

Pero, el P. Marcelino Champagnat, no era este el único proyecto importante que tenía en su mente y en su corazón. Por esos días estaba inquieto por la realidad de pobreza e ignorancia que vivían los niños y jóvenes de su entorno y estudiaba la manera de cómo brindarles educación cristiana, católica, donde quiera que estuvieran. Y eso sí, especialmente era sensible con aquellos que fueran los más pobres.

Champagnat como persona abierta de mente, como era, pensaba sí, en los niños y jóvenes de su parroquia y pensaba en todos los demás; digamos que su visión y sueños no tenía fronteras, como lo demostró en las fundaciones que fue haciendo a lo largo de su vida. Y sin duda, nosotros, hoy, también entraríamos en sus miras…, que

Así que, es muy oportuno, en este mes de junio, hacernos esta pregunta:  mirando sobre todo hacia el futuro, tanto en el ámbito personal como institucional, ¿seremos nosotros parte del sueño de Champagnat?

Sin duda que lo seremos si, tenemos en cuenta algunos indicadores de la educación según el estilo marista. TÚ Y YO SEREMOS PARTE DE ESTE SUEÑO:

-Si nuestro corazón vibra de amor hacia los niños y jóvenes, y consideramos con respeto a cada uno con su realidad, y hacemos vida el pensamiento de Champagnat: “para educar a un niño hay que amarlo”

-Si, conscientes de la realidad de nuestra obra educativa, estamos especialmente atentos y comprometidos, para colaborar activamente con los programas creados para incluir en ellos a los alumnos con mayor dificultad.

-Si, estamos convencidos de que educar hoy nos pide estar en una actitud de continuo cambio, para adecuarnos a los niños y jóvenes de hoy día, y así vivir la presencia marista entre ellos.

Sí, sentimos a Dios en nuestras vidas y sentimos la presencia de María como la Buena Madre que es.

Si, estamos decididos a vivir en armonía y en solidaridad y sencillez con los compañeros con quienes nos toca trabajar, desde la función que tenga cada uno, y trabajando hombro con hombro en el día a día, en las buenas y   en las malas, y manteniendo ese espíritu de familia que impregna la educación marista.

¡Ánimo, compañeros maravillosos!, San Marcelino nos acompaña siempre y sin importar donde estemos, ni que nos toque hacer; todo por amor a nuestros niños y jóvenes.

Gracias, Marcelino, por hacernos partícipes de tu sueño. Desde aquí te alabamos.

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