María Sembradora de Vida y Esperanza

María, desde el momento de su concepción, es elegida por Dios para ser la madre de Jesús, el Salvador del mundo. Su sí incondicional a la voluntad divina, la convierte en un ejemplo de obediencia y entrega total a Dios. Marcelino vio a María como la madre de la vida y la esperanza porque, a través de su maternidad divina, trajo al mundo a Jesús, quien es la fuente de vida y salvación para todos los hombres. María se convirtió en la Sembradora de Vida, ya que da luz al Hijo de Dios hecho hombre; permitiendo que cumpla la promesa de redención para toda la humanidad, la cual se sigue cumpliendo en los corazones de cada uno de nosotros. Pero no sólo es la madre biológica de Jesús, sino también la madre espiritual de todas sus criaturas. En el momento de la crucifixión, Jesús confió a María como madre del ser humano, simbolizando así su papel como intercesora y protectora de todos aquellos que acuden a ella con fe y devoción.

María también es Sembradora de Esperanza, ya que, su presencia durante los momentos más difíciles de la vida de Jesús, como en el Calvario, nos muestra su fortaleza y confianza en Dios inclusive en medio del sufrimiento. Ella nos enseña que, a pesar de las dificultades y pruebas que podemos enfrentar, siempre hay esperanza en Dios y que Él nunca nos abandona. María abre el camino del Reino, para que seamos sembradores de esperanza, en un mundo que necesita la ilusión de vivir, de soñar y de mirar hacia el futuro.

Además, María es un modelo de humildad y servicio. Ella nos enseña que tenemos que estar dispuestos a hacer la voluntad de Dios sin importar las circunstancias. La respuesta al anuncio del Ángel Gabriel: “Hágase en mí según tu palabra”, refleja su disposición a ser instrumento de Dios en el mundo. Marcelino vio en María un ejemplo de humildad, sencillez y entrega total a Dios. Para él, María fue un modelo de perfecta disciplina y confianza en su relación con Dios. La presencia de María en la vida del Padre Champagnat fue motivo de consuelo y fortaleza; creía firmemente que María estaba siempre presente junto a ellos, guiándolos y protegiéndolos en su misión educativa y evangelizadora.

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