Ser maristas hoy: vocación, identidad y vida compartida

Mari Naty Horga
Laica Marista vinculada

Una mirada actual a la riqueza del carisma marista, vivido por hermanos y laicos al estilo de Champagnat.
Somos maristas de Champagnat: Hermanos y Laicos Maristas
Nuestra identidad está inspirada en el ideal de nuestro fundador, Marcelino Champagnat, y en un estilo propio y singular: somos fieles seguidores de Jesús al estilo de María.
- Ser “maristas de Champagnat” significa hacer de nuestras vidas un testimonio de fe.
- Ser “maristas de Champagnat” es un apasionado compromiso con el mundo.
- Ser “maristas de Champagnat” implica una vida de espiritualidad, con dimensión mariana y apostólica; una espiritualidad que brota de la tradición de Marcelino Champagnat y de los primeros hermanos, como una preciosa herencia que se cuida, se mantiene y se actualiza generación tras generación.
- Ser “maristas de Champagnat” supone una vida en comunidad, porque vivir el carisma marista con otros es vivir una experiencia de comunión. Comunidades religiosas, comunidades abiertas de hermanos y laicos, discípulos todos de Marcelino.
Hijos de una época
Nuestra época ha aumentado la sensibilidad en torno a cuestiones como la paz, la justicia, la ecología y la espiritualidad. Nosotros, cristianos laicos, compartimos los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de las personas de nuestro tiempo.
Concilio Vaticano II: mayoría de edad para el laicado cristiano
Hijos del espíritu renovador del Concilio Vaticano II, que ha supuesto una mayoría de edad para el laicado cristiano, hemos redescubierto nuestra vocación de bautizados y nos sentimos impulsados a transformar este mundo en un lugar más justo y humano, caminando tras las huellas de Jesús.
En este despertar de la vocación laical, algunos hemos descubierto que nuestra identidad alcanzaba su plenitud a través del carisma de Marcelino Champagnat. A algunos de nosotros, Dios nos ha dado un “corazón marista”. Somos y nos sentimos “maristas de Champagnat”.
Movimiento Champagnat de la Familia Marista (1985)
Desde 1985, con la aprobación del Movimiento Champagnat de la Familia Marista en el XVIII Capítulo General hasta hoy, la incorporación de los laicos en la vida y misión marista ha ido creciendo progresivamente.
Los laicos maristas sienten que Dios les llama a vivir el carisma de Champagnat desde un estado de vida laical.
El laicado marista es una “vocación”.
Las vocaciones de Hermanos y Laicos se complementan.
Hermanos y Laicos: diferentes modos de vivir el carisma marista.
En torno a la misma mesa
La imagen y la experiencia de la mesa compartida es el gran símbolo que propuso Jesús para explicar el Reino de Dios. La mesa de la Eucaristía nos reúne en torno a Él y le hace presente después de dos mil años.
De modo semejante, la mesa sencilla de La Valla representa para nosotros, maristas, el comienzo de nuestra vocación. Hermanos y Laicos “en torno a la misma mesa”, compartimos el trabajo, la oración y la fraternidad. Como en la mesa de nuestras familias, nos reunimos para celebrar la vida.
Hermanos y Laicos compartimos nuestras esperanzas, dificultades, dudas, sentimientos… como lo hacían los primeros hermanos en La Valla.
Pertenecemos a la misma familia y nos une un mismo carisma marista.
Abrimos nuestros corazones para conocernos mejor y fortalecer nuestras propias vocaciones.
Llamados, Hermanos y Laicos, a compartir el carisma marista
Las vocaciones de Hermano y de Laico Marista se complementan. No nacen para sustituirse, sino para apoyarse mutuamente. Juntos descubrimos cómo vivir el seguimiento de Jesús al estilo de Champagnat; y juntos nos animamos en nuestra entrega en la misión, en la espiritualidad y en nuestra vida en común. La comunión entre Laicos y Hermanos complementa y enriquece nuestras vocaciones específicas.
Dos formas de vivir el carisma marista
Hermanos y Laicos vivimos una misma vocación cristiana por el bautismo, y hemos sentido la llamada de Dios a vivir el carisma marista.
Nuestras vocaciones se enriquecen al compartir: vida, espiritualidad, misión, formación…
🕊️ Nuestro corazón marista no se queda en la mesa de La Valla. También se proyecta hacia el mundo…
¿Quieres conocer más? Lee la segunda parte de este artículo.