Una mirada profunda desde las aulas

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Nohemy Reyes

Docente del Inst. Padre Andrés Weller Kolbe

Solidaridad que nace en lo cotidiano y transforma en silencio

En el Instituto Marista Padre Andrés Weller Kolbe, ubicado en Condega, Nicaragua, la solidaridad no es un proyecto ocasional ni un gesto aislado. Es un valor que se cultiva cada día, pasando de mano en mano, de corazón en corazón.

Cada mes, una alcancía sencilla recorre las aulas del colegio. Lo hace en silencio, sin discursos ni obligación, pero con un poder inmenso: el de recordar a cada estudiante que vivir el carisma marista es mirar con ternura al que más necesita.

Este gesto —aparentemente pequeño— es en realidad un acto educativo profundo. Enseña a pensar en el otro, a compartir lo que se tiene, a detener la prisa para fijar la mirada en quien camina con menos. Se trata de un ejercicio de empatía que no solo mejora la convivencia, sino que forma una comunidad más humana, más consciente y más compasiva.

Y es que como bien se expresa en el espíritu marista, la opción por los pobres no es solo dar, es poner en el centro de nuestras decisiones a quienes son olvidados por otros. No se trata únicamente de asistencia económica, sino de aprender a vivir con una sensibilidad nueva: una mirada profunda que transforma cómo nos relacionamos, cómo educamos, cómo soñamos el mundo.

Educar con el corazón también es compartir

En el Instituto, este compromiso va más allá del aula. Gracias a los fondos recaudados por la comunidad educativa, se han entregado útiles escolares a niñas, niños y adolescentes que, de otra manera, no habrían tenido acceso a ellos. La alegría con la que reciben estos materiales es solo el reflejo visible de algo mucho más profundo: saben que no están solos.

Además, la comunidad se organiza para entregar uniformes donados por padres de familia y exalumnos, algunos de los cuales también reciben apoyo en forma de medicamentos o alimentos debido a su situación de vulnerabilidad. Este acompañamiento solidario también se extiende a estudiantes y a sus familias, quienes en momentos difíciles han recibido medicinas gracias a la generosidad de toda la comunidad marista.

Como maristas, creemos que la solidaridad no es un accesorio del Evangelio, sino su núcleo. Por eso, cada gesto, por pequeño que parezca, cuenta. Porque detrás de una mochila entregada, de un uniforme o de una medicina, hay un mensaje que dice: tú importas, y estamos contigo.

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