Historias de familia en el XII Encuentro Provincial de Fraternidades Maristas
Rafael Ernesto Nufio
Laico Marista, encargado de medios digitales El Salvador
Imagina llegar a un lugar donde la acogida es genuina, donde los rostros se iluminan con una sonrisa que dice “bienvenido a casa”. Así fue el inicio del XII Encuentro Provincial de Fraternidades Maristas, celebrado en el Centro de Formación Marista en Guatemala.
Durante tres días, laicos de distintos países se reunieron con un propósito común: fortalecer sus lazos como familia marista y profundizar en el camino que comparten como seguidores de San Marcelino Champagnat.
La tarde de bienvenida estuvo llena de calidez. Una marimba marcaba el ritmo en el ambiente, y mientras el sonido envolvía el lugar, los fraternos se saludaban, algunos reencontrándose y otros conociéndose por primera vez. No importaba si eran de diferentes países o si nunca antes se habían visto; en esos primeros momentos, todos compartían algo en común: el deseo de vivir el carisma marista y de ser parte de algo más grande que ellos mismos. La noche concluyó con una cena tradicional, donde las historias comenzaron a fluir y se tejieron los primeros lazos de amistad.
Al día siguiente, el encuentro dio un paso más profundo. Los fraternos se reunieron en pequeños grupos para reflexionar sobre su vocación laical y lo que significa formar parte de esta familia carismática global. Cada persona compartía desde su experiencia, y en cada historia se podía ver la riqueza de ser marista: algunos hablaban de su trabajo con jóvenes, otros de cómo transmiten los valores de Champagnat en sus comunidades, y todos de la alegría de saber que no caminan solos. Aquí, ser parte del Movimiento Champagnat no es solo un compromiso; es una forma de vida que transforma y da sentido.
Una de las sesiones más esperadas del día fue la presentación de una nueva propuesta formativa para los laicos maristas. En esta propuesta, se encuentra una invitación a seguir creciendo, a aprender y a profundizar en la espiritualidad marista. Porque ser marista no es solo un título, es un llamado constante a formarse y a compartir con otros lo aprendido. Escuchando esta propuesta, los fraternos comprendieron que el carisma que tanto aman sigue vivo, adaptándose a los tiempos y fortaleciéndose con cada nueva generación que lo abraza.
Ese mismo día, al atardecer, se vivió uno de los momentos más especiales: la adoración al Santísimo. En el silencio compartido, cada fraterno tuvo un espacio para encontrarse con Dios, renovar su misión y agradecer por el camino recorrido. Fue un momento de unidad, donde cada corazón parecía latir al mismo ritmo, recordando que el centro de su vocación es vivir el amor de Dios y ser testimonio de ese amor en el mundo. A la luz de las velas, la gratitud y la paz se hicieron presentes.
El último día estuvo lleno de gestos que reflejaban la esencia de la fraternidad marista. Los hermanos mayores recibieron un reconocimiento especial, un homenaje a su vida de entrega y dedicación, un ejemplo de lo que significa vivir plenamente el carisma marista. Luego, en un acto simbólico, todos los fraternos se unieron para plantar un árbol, un signo de esperanza, de vida y de compromiso con el futuro. Este árbol, pequeño pero lleno de potencial, representa el legado que cada marista quiere dejar en el mundo.
La celebración de la Eucaristía fue el cierre perfecto para estos días de encuentro. En la homilía, se recordó a todos que ser marista significa ser parte de una familia que se apoya, que comparte y que busca juntos construir un mundo mejor. Con cada oración, los fraternos renovaron su compromiso de vivir el carisma de Champagnat y de llevar su mensaje a donde sea que estén.
Al despedirse, los fraternos se llevaron algo más que recuerdos; se llevaron el sentido de pertenencia a una gran familia. Una familia que, sin importar la distancia, sigue unida por los mismos valores y el mismo amor por la misión. Este encuentro fue un recordatorio de que, como maristas, están llamados a “sembrar futuro”, a ser presencia de Dios en el mundo y a inspirar a otros a descubrir el valor de esta vocación laical.
Si sientes el llamado a formar parte de esta familia y descubrir el carisma marista en tu vida, te invitamos a unirte a una fraternidad. Escríbenos a coordinacion.laicado@maristac.org y comienza a caminar junto a nosotros en esta misión que inspira y transforma.