El legado del H. Basilio Rueda: Santidad, servicio y renovación
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El Hermano Basilio Rueda Guzmán (1924-1996) fue una figura clave dentro de la Congregación Marista, cuyo legado dejó una huella profunda tanto en la Iglesia como en la educación cristiana en América Latina y más allá. Su vida, marcada por el servicio y la espiritualidad, inspira a muchos a considerar su posible canonización como un modelo de santidad.
Primeros años y formación
Nacido el 16 de octubre de 1924 en Acatlán de Juárez, México, Basilio perdió a su madre a los cuatro años. En 1942, ingresó al juniorado de los Hermanos Maristas en Tlalpan y emitió sus primeros votos en 1944. Inició su carrera apostólica en 1947, demostrando desde el principio un compromiso inquebrantable con la formación espiritual de sus alumnos y su implicación en los grupos de acción católica. Basilio combinó su trabajo en la educación con la participación en los “Cursillos de Cristiandad”, lo que le permitió expandir su impacto y profundizar en su formación filosófica.
Durante estos años, su capacidad para vincular la espiritualidad con la vida social lo llevó a destacarse como un hombre de pensamiento universal, profundamente influenciado por su maestro, Oswaldo Robles, a quien Basilio consideraba un guía espiritual excepcional.
Contribuciones en América Latina y el movimiento “Mundo Mejor”
En la década de 1960, Basilio fue parte del equipo del Padre Ricardo Lombardi en el movimiento “Mundo Mejor”, una experiencia que lo llevó a Ecuador, Colombia, Venezuela y Chile, donde se destacó como orador y líder espiritual. Sus conferencias eran desafiantes para religiosos, sacerdotes, obispos y políticos, pues abordaban problemas nacionales e internacionales a la luz del Concilio Vaticano II. Esta etapa marcó una ampliación de su visión, pues aprendió a “respirar con los pulmones de la Iglesia y del mundo”, preparándose para liderar a la Congregación en tiempos de grandes cambios.
Revolución en la formación Marista
Entre 1965 y 1967, Basilio fue nombrado Director del Segundo Noviciado, primero en Sigüenza y luego en El Escorial.
Allí revolucionó los cursos de formación para adultos maristas, centrándolos en el Evangelio y adaptándolos a los problemas del mundo moderno. Sus métodos, que enfatizaban una espiritualidad abierta y humana, fueron recibidos con entusiasmo por sus novicios, quienes lo veían como un guía capaz de abrir nuevos caminos intelectuales y apostólicos.
Superior General y la renovación de la Congregación Marista
En 1967, Basilio fue elegido Superior General de los Hermanos Maristas, a pesar de no haber ocupado cargos previos como Consejero General o Provincial. Su elección fue una sorpresa, pero su intelecto, apertura y experiencia internacional lo hacían el líder ideal para guiar la Congregación en tiempos de grandes cambios. En este rol, Basilio se enfocó en la animación pastoral, realizando visitas a las comunidades maristas de todo el mundo, animando retiros espirituales y escribiendo circulares que siguen siendo influyentes hasta hoy.
Durante su mandato, Basilio se dedicó a aplicar las reformas del Concilio Vaticano II, con el objetivo de actualizar la vida religiosa. Sus circulares, como “Sobre la Oración y la Vida Comunitaria”, son consideradas joyas de la vida religiosa, y sus reflexiones sobre la oración y la fidelidad han inspirado a muchas otras congregaciones.
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Legado espiritual y pastoral
Uno de los aspectos más destacados de su vida fue su dedicación pastoral. Basilio trabajaba incansablemente, a menudo hasta las 2 o 3 de la mañana, combinando su rol administrativo con su compromiso espiritual. Visitó numerosas comunidades y predicó retiros en casi todas las provincias maristas, siendo un hombre que vivía para acompañar y guiar espiritualmente a sus hermanos.
Su vida sencilla y cercana, junto con su profundo amor por la oración, lo convirtió en un líder querido y respetado.
Tras dieciocho años como Superior General, Basilio continuó su servicio como maestro de novicios y formador espiritual hasta su fallecimiento el 21 de enero de 1996. Su funeral fue una apoteosis de agradecimiento y amor, un testimonio del impacto que tuvo en la vida de tantos religiosos y laicos. Sus cenizas reposan en la Quinta Soledad, casa provincial de México Central.
Causa de beatificación
El legado del Hermano Basilio sigue vivo en la Congregación Marista y en la Iglesia. A lo largo de su vida, predicó cientos de retiros, escribió más de 2,500 páginas de circulares y 50,000 cartas, y acompañó espiritualmente a muchas personas. Esta vasta obra, junto con su vida austera, dedicada al servicio de los demás y su profundo amor por Dios, lo señalan como un candidato ideal para un posible proceso de beatificación.
Aunque su causa de canonización aún no ha sido formalmente iniciada, muchos dentro y fuera de la Congregación Marista lo ven como un modelo de santidad. Su vida fue un reflejo de fidelidad a la Iglesia, compromiso con la renovación del carisma marista y una incansable dedicación al acompañamiento espiritual. Estos aspectos hacen que su figura continúe siendo fuente de inspiración, y su legado de amor y servicio permanece vivo en la memoria de la comunidad marista y la Iglesia.
En resumen, el Hermano Basilio Rueda Guzmán no solo dejó una profunda huella en la Congregación Marista, sino que su vida y obra siguen siendo un faro de luz para aquellos que buscan un camino de santidad y servicio en el mundo moderno.