Testamento espiritual San Marcelino champagnat

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Marcellin Champagnat

Fundador de los Hermanos Maristas

18 de mayo de 1840

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En presencia de Dios y bajo el amparo de la Santísima Virgen y de san José, resuelto a transmitir a todos los Hermanos de María la expresión de mis postreras y más encarecidas voluntades, reasumo todas mis energías para redactar mi testamento espiritual, según creo más conforme a la voluntad de Dios y al bien de la Sociedad.

Deseo que reine siempre entre los Hermanos de María una obediencia total y perfecta; que los súbditos, viendo en los Superiores la persona de Jesucristo, los obedezcan de corazón y espíritu, y renuncien siempre, si fuere necesario, a la voluntad y juicio propios. Recuerden que el religioso obediente cantará victoria y que la obediencia es, sobre todo, el cimiento y soporte de la comunidad. Animados de este espíritu, sométanse ciegamente los Hermanitos de María no sólo a los Superiores mayores, sino a cuantos estén encargados de dirigirlos y guiarlos. Penétrense bien de esta verdad de fe: el Superior representa a Jesucristo y, cuando manda, debe ser obedecido como si mandara el mismo Cristo.

Os encarezco también, muy queridos Hermanos, con todo el cariño de mi alma y por el que vosotros me profesáis, que os comportéis de tal modo que la caridad reine siempre entre vosotros. Amaos unos a otros como Cristo os ha amado. No haya entre vosotros sino un solo corazón y un mismo espíritu. Ojala se pueda afirmar de los Hermanitos de María lo que se decía de los primeros cristianos: ¡Mirad como se aman!… Es el deseo más vivo de mi corazón en estos últimos instantes de mi vida. Si, queridos Hermanos míos. escuchad las últimas palabras de vuestro padre, que son las de nuestro amadísimo Salvador: “Amaos unos a otros”.

Deseo, queridísimos Hermanos míos, que esta caridad, que debe uniros a todos, como miembros de un mismo cuerpo, alcance a las demás Congregaciones. Os conjuro, por la caridad sin límites de Jesucristo, que no envidiéis jamás a nadie, y menos aún a quienes Dios llama al estado religioso para trabajar, como vosotros, en la educación de la juventud. Sed los primeros en alegraros de sus éxitos y apenaros por sus fracasos. Encomendadlos a menudo a Dios y a la divina Madre. Dadles con gusto la preferencia. Jamás prestéis oídos a los dichos que pudieran perjudicarlos. Que la gloria de Dios y el honor de María sean vuestro único fin y vuestra sola ambición.

Del mismo modo que vuestra voluntad debe coincidir con la de los Padres de la Sociedad de María en la obediencia a un Superior General único, es mi deseo que vuestros corazones y sentimientos se fusionen siempre en Jesús y María. Haced vuestros los intereses de los Padres constituya un placer para vosotros acudir en su ayuda siempre que os lo pidan. El mismo espíritu e idéntico amor os unan a ellos, como ramas de un solo tronco. como hijos de una sola familia unidos a su bondadosa madre, para nosotros la divina Mana. Puesto que el Superior General de los Padres lo es también de la rama de los Hermanos, ha de ser el centro de unión de unos y otros. Como sólo he tenido motivos de felicitarme por la sumisión y obediencia que siempre me han mostrado los Hermanos de María, deseo y espero que el Superior General encuentre siempre la misma obediencia y sumisión. Su espíritu es el mío, su voluntad la mía. Considero que esta perfecta armonía y esta sumisión total constituyen la base y soporte de la Sociedad de los Hermanos de María.

Pido también al Señor y deseo con toda mi alma, que perseveréis fielmente en el santo ejercicio de la presencia de Dios, alma de la oración, de la meditación y de todas las virtudes. Constituyan siempre la humildad y sencillez el carácter distintivo de los Hermanitos de María. Una tierna y filial devoción a nuestra buena Madre os anime en todo tiempo y circunstancia. Hacedla amar por doquiera cuanto os sea posible. Es la primera Superiora de toda la Sociedad. A la devoción a María juntad la del glorioso san José, su dignísimo esposo, ya sabéis que es uno de nuestros primeros

patronos. Desempeñáis el oficio de ángeles custodios de los niños que os están confiados: tributad también a estos espíritus puros culto particular de amor, respeto y confianza.

Hermanos míos muy queridos: sed fieles a vuestra vocación: amadla y perseverad en ella con entereza. Manteneos en un espíritu recio de pobreza y desprendimiento. Que la observancia diaria de vuestras santas Reglas os libre de faltar jamás al voto sagrado que os une a la más bella y delicada de las virtudes. Cuesta vivir como buen religioso, pero la gracia lo suaviza todo. Jesús y María os ayudaran. Además esta vida es muy breve y la otra no tendrá fin. ¡Qué consolador resulta, cuando se va a comparecer delante de Dios, recordar que se ha vivido bajo el amparo de María y en su santa Sociedad! Dígnese esta buena Madre conservaros, multiplicaros y santificaros. Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros. Os dejo a todos, confiadamente, en los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que tengamos la dicha de vernos juntos en la eterna bienaventuranza.

Esta es mi última y expresa voluntad, para gloria de Jesús y de María.

El presente testamento espiritual será entregado al Padre Colin1, Superior General de la Sociedad de María.

En Notre-Dame de l’Hermitage, a dieciocho de mayo de mil ochocientos cuarenta, en presencia de los testigos infrascritos.

El Superior y Fundador de los Hermanitos de María, José Benito Marcelino Champagnat, Presbítero.

Suplico a quienes de alguna manera haya podido ofender o escandalizar si bien no recuerdo haber disgustado a nadie voluntariamente que me perdonen por la caridad infinita de Nuestro Señor Jesucristo y que unan sus plegarias a las mías para alcanzar de Dios que se digne olvidar los pecados de mi vida pasada y acoger mi alma en su infinita misericordia.

Muero lleno de respeto, gratitud y sumisión al Superior General de la Sociedad de María y animado por los sentimientos de la unión más perfecta con todos los miembros que la componen, especialmente con los Hermanos que el Señor ha confiado a mis desvelos y que siempre han sido tan queridos de mi corazón.

CHAMPAGNAT

H. Francisco

H. Luis María

H. Juan María

H. Luis

H. Estanislao

H. Buenaventura

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